Para un pastor, mantenerse puro es un reto diario. No debe ser fácil conducirse de manera correcta como ministro de Dios en un mundo gobernado por la sensualidad y saturado por todos los medios de mensajes con un alto contenido inmoral.
3 de cada 8 pastores reconoce que ha cometido adulterio o realizado algo sexualmente inapropiado.
¿Dónde empiezan estos casos? Muy probablemente en conversaciones sencillas, miradas, afirmaciones o simplemente con una mujer que no cuidó su escote o uso una falda demasiada ceñida a su cuerpo. Creo que es muy oportuno y necesario que en este tiempo de tanta “libertad cristiana”, las mujeres nos detengamos para analizar el gran poder de influencia que tenemos y los peligros a los que nos enfrentamos por no cuidar de manera intencional la pureza en nuestro corazón.
-Cuida tu manera de vestir (sobre todo tu corazón) y dale el permiso a una mujer mayor de evaluar la forma en la que vistes y te conduces (1 Ti. 2:9 ).
-Evita encuentros a solas con tu pastor, aunque sea en la iglesia, en tu casa o en un vehículo. Si es necesario que tengas que reunirte o conversar con alguno de tus pastores o líderes, hazlo en lugares públicos donde hayan personas que los conozcan. Si él es casado, invita a su esposa o un tercero.
-Haz participe a su esposa de las conversaciones que has tenido con él.
-Evita enviarle mensajes privados o llamarlo a su móvil para asuntos que no sean urgentes o que pueden comunicarse en la congregación.
-Evita conversar negativamente acerca de tu pareja o de su esposa. Tampoco prestes tus oídos si él lo hace.
-Cuídate de no darle cumplidos o halagos que un hombre anhele escuchar de su esposa.
-Evita el contacto físico inapropiado, o abrazos muy fuertes. Pon una mano en el hombro al momento de dar un abrazo para evitar un contacto con tu pecho.
-Rinde cuentas honestas acerca de tu trato con tus líderes a una mentora, si eres casada también habla con tu esposo.
-Ora por tus pastores y líderes.
Estas pueden parecer recomendaciones muy pasadas de moda, pero la realidad es que nuestros corazones tropiezan con las mismas mentiras de antaño. No subestimes el peligro de la impureza, corre a Cristo en arrepentimiento si has pecado