jueves, 21 de junio de 2018

la mujer cristiana rencillosa





Queridos amigos, en un mundo donde Satanás es el príncipe (2 Corintios 4:4, Juan 12;31) los tiempos, valores, costumbres y necesidades cambian. Por ejemplo la mujer moderna ha asumido roles que antes no tenía o no le era permitido tener.

En el afán de conseguir una mejor vida material se olvidan valores, y las funciones específicas para hombre y mujer establecidas por Dios se van solapando de manera tal que unos cumplen la tarea de otros. En muchos casos la mujer de reina del hogar ha pasado a ser también proveedora del hogar, una función que Dios diseñó específicamente para el varón.

El mal trato dado a la mujer durante generaciones ha repercutido en movimientos de reivindicación de sus derechos e incluso se han desarrollado grupos contestatarios agresivos. El feminismo es una clara muestra de la dura reacción.

Vemos que hay poder detrás de las mujeres, de ellas depende cómo canalizarlo. Agradezco a Dios por haberlas creado como son. Bendecidas aquellas que conocen a Dios y pueden ser llamadas virtuosas.

A pesar de la historia no se podría decir que los varones son más pecadores, no es posible diferenciar el grado de pecado de acuerdo al género, tanto varón como mujer son seres caídos.




La naturaleza que Dios dio al varón es diferente a la de la mujer y hace que se diferencien entre sí de muchas maneras. Dichas diferencias promueven que se realce a la mujer virtuosa y se ponga un especial énfasis en las Sagradas Escrituras sobre la mujer rencillosa e insensata.

La virtuosa tiene momentos de contienda y la rencillosa puede mostrar mucha cordura. Hay rencillosas que fuera de su hogar son dulces y tiernas, demostrando además solidaridad y dedicación con quienes deciden.

Algunos dicen que la mujer por su naturaleza es más desprevenida que el hombre, y de esa debilidad se agarra el tentador para seducirla al pecado. Proverbios 9:13 dice que la mujer insensata es alborotadora, es simple e ignorante de las cosas de Dios. Se suele mencionar que es más duro enfrentarse a una mujer necia que a un hombre insensato.

La insensata no tiene límites con su boca y se olvida de toda compostura, no conoce la vergüenza. La sabiduría de Proverbios 21:9; 21:19 y 25:24 enseña que es preferible vivir en un pequeño rincón, incluso en lugar desierto, que con mujer rencillosa e iracunda en una mansión lujosa.

Es mejor evitar las discusiones, peleas y controversias callando la boca con humildad, esperando que el enojo amaine. Ante la agresión están llamadas la misericordia, calma, prudencia y paciencia. Esa es una buena manera de mantener una buena relación o un hogar armonioso.




La boca de la rencillosa se convierte en un arma letal. La solución para muchos es alejarse, pues es mejor estar a solas que compartir con alguien que no permite vivir en paz, por tener una naturaleza insoportable (aplicable a algunos hombres).

Una pasión desenfrenada es dar rienda suelta a la lengua para echar a perder todo. Cuán recomendable es controlar la lengua para no desperdiciar el consuelo que acompaña a una sana relación.

Las contiendas, reclamos y enojos constantes de la mujer rencillosa son parecidos a la gotera continua en tiempo de lluvia. Pretender contenerla es tan incontrolable como querer parar el viento o sujetar el agua entre los dedos (Proverbios 27:15-16). Una lluvia persistente de críticas, exigencias y consejos inadecuados es como la tortura china de la gota de agua.

Se trata de mujeres que no temen a Dios, porque tampoco le conocen. Con sus manos derriban su casa, es decir arruinan a su familia y se destruyen a sí mismas, su actitud soberbia y conducta iracunda les lleva a un mal final. En tanto, la mujer que camina con Dios goza de Su sabiduría y edifica su casa (Proverbios 14:1).



La mujer y su carácter son sopesados en Proverbios 12:4. Una mujer que cuida bien las cosas de su hogar es con seguridad piadosa y prudente; la Biblia la describe como virtuosa (moralmente fuerte) y como corona (honra y consuelo) de su esposo. Por el contrario, la mujer mala hace presa de su marido y lo consume.

La mujer con el carácter de Cristo representa un gran valor dentro de la familia, quizás el más grande. Es el ideal de mujer que todo hombre con sabiduría debe anhelar conocer. Proverbios 11:16 resalta la honra como resultado de la gracia de la mujer. Ella será honrada en la tierra por el hombre y por Dios en el cielo.

Quizás no sea tan difícil hallar mujeres virtuosas como encontrar diamantes debajo de la tierra, pero quien halle una mujer piadosa y temerosa de Dios sépase mucho más rico que el poseedor de una mina de piedras preciosas.

La mujer rencillosa, además suele ser controladora y dominante, es así como resultado de la maldad y egoísmo inherentes de la raza espiritualmente caída que es la humana. Tiene muchos vacíos que quiere llenar haciendo pagar a su entorno cercano.

Benditos aquellos que han sido bendecidos con la gracia de Dios, pues Él es el único que puede llenar todos los vacíos, tanto de la mujer como del hombre.

miércoles, 20 de junio de 2018

la mujer cristiana vanidosa



Definiendo la vanidad

Salomón, el hombre más sabio y rico de la tierra (1 Rey. 3:12), autor por excelencia del tema de la vanidad, concluyó después de mucha experimentación que en la vida bajo el sol, “todo es vanidad y aflicción de espíritu” (Ec. 1:2, 14).

Una de las definiciones que encontramos para la palabra vanidad es la creencia excesiva en las habilidades propias o la atracción causada hacia los demás. Es un tipo de arrogancia, engreimiento y una expresión exagerada de la soberbia. El término encuentra sinónimos en las palabras vacío, vano, necedad, fantasía, hinchazón, hueco y envanecimiento, siendo un tipo de vanidad el narcicismo. El principal término hebreo que la define es hebhel que significa, “un soplo de aire”.

La vanidad es un problema prevaleciente con el cual todas luchamos. No es algo propio del mundo greco-romano, sino que es un mal que nos acompaña desde la caída (Gn. 3:14-19). Bien nos presenta Eclesiastés como el hombre futilmente continúa buscando la felicidad y el significado de la vida a través de medios equivocados como la ciencia, la filosofía, el placer, el materialismo, las experiencias, el egotismo, la religión, las riquezas y la moralidad.

La mujer por su parte lucha con la vanidad en su esfuerzo por sentirse atractiva, valiosa y amada, pasando por alto su valor “real” en Cristo (Gn. 1:27, 1 Ped. 1:18-19, 2:9, Pr. 31:10, Sal 139:13-14). En consecuencia, pone un remarcado énfasis en la belleza y la apariencia externa, descuidando su belleza interna; “en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible que es de grande estima delante de Dios” (1 Ped. 3:4).



La vanidad es un problema del corazón (2 Tm 3:2, 4), que solo Dios puede ver en su justa dimensión, pues el hombre apenas mira lo que está delante de sus ojos (1 S 16:7).

El mayor problema para la persona vanidosa radica en que hace todo de manera superficial para sobresalir y ser vista por los hombres (Mr. 12:38, Mt. 6:5, 16), sin importarle la opinión de Dios, los posibles daños a otros, y el estado real de su corazón. Además, todo lo que hace carece de sustancia, y como el humo se desvanece.

Como es de esperarse, la ocupación en lo externo, acompañado del descuido espiritual dan como resultado a una mujer vana, engreída y fantasiosa, que desperdicia su vida en aquello que no aprovecha ni tiene trascendencia eterna. 

La vanidad nos hace mujeres supérfluas, y se manifiesta en la totalidad de nuestro ser, por medio de nuestra actitud, nuestra conducta, nuestras ocupaciones y prioridades, nuestro hablar, nuestro atavío, el uso de nuestros recursos, y aún nuestros sueños y aspiraciones.

La vemos en el mal uso de nuestro tiempo, nuestras elecciones, nuestros gustos, el tipo de amistades que tenemos, las cosas de las que hablamos, los eventos y actividades que nos ocupan, aquello que vemos y leemos, en lo que gastamos el dinero, y en nuestra apariencia personal.

Como creyentes, debe preocuparnos el hecho de que Dios mira al hombre en su totalidad. Él ve el corazón, lo pesa y lo escudriña (Pr 24:12), pero también ve nuestro hombre exterior. De ahí la amonestación de Pedro acerca del atavío externo de la mujer (1 Ped. 3:4) y de la “ropa decorosa con pudor y modestia”, sobre la que también escribe Pablo en 1 Timoteo 2:9. Esta comprensión debería motivarnos a poner en orden nuestro mundo interior.



Por la gracia de Dios, la identidad y seguridad de la mujer cristiana proviene solo de Cristo y no de las personas, las posesiones o el placer. Fuera de una relación íntima con el Señor Jesucristo a través del evangelio, nada podrá darle sentido a nuestra existencia y valor a nuestros días.

Por ende, busquemos primeramente el reino de Dios (Mt. 6:33). Amemos a Dios con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas (Mr. 12:30). Crezcamos en la gracia y conocimiento de Cristo (2 Ped. 3:18). Abstengámonos de los deseos carnales que batallan contra el espíritu (1 Ped. 2:11). Prediquémosnos diariamente las verdades del evangelio (1 Tim. 1:15). Y llevemos fruto en toda buena obra (Col 1:10) como corresponde a mujeres que profesan piedad (1 Tim. 2:10) y maestras del bien (Ti. 2:3-5).

A Dios sea la honra y preeminencia en nuestras vidas.

domingo, 10 de junio de 2018

mujeres pecadoras en la biblia


Mujeres Pecadoras en La Biblia

Una maravillosa realidad de la Biblia es que no esconde los pecados del pueblo. Dios usa los malos ejemplos de estas malas mujeres en la Biblia para revelar la verdad de su palabra. Expone cómo aquellos que eligen seguir en su error después sufren frente a las consecuencias de sus decisiones. 

1) Dalila

“Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia.” (Jueces 16:16).

Sansón fue dedicado al Señor antes de que él naciera. Fue bendecido con un gran poder de Dios para destruir a los enemigos de Israel. Aunque, su única debilidad es lo que le trajo abajo, las mujeres filisteas. Dalila uso el amor de Sansón, y su propia persistencia e insistencia, junto con su deseo de riqueza para destruirlo. Dalila enseña con su vida, que es posible que el más espiritual sea engañado. Claro esta, que esta condición se cumple, si permitimos que nuestra carne reine sobre nuestros corazones y mentes.

2) La Esposa de Job

Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. “(Job 2:9).

Job fue hombre piadoso, alcanzado por el mal en un solo día perdiendo todas sus riquezas. Además, lo peor, fue que 10 de sus hijos murieron a la vez. Su dolor era enorme y sin embargo, se negó culpar a Dios. En su estado de ánimo más bajo, su esposa lo acusó de intentar proteger su integridad en lugar de adorar a Dios verdaderamente. Las acciones de su esposa nos recuerdan que no debemos juzgar a los que sufren entre nosotros. Sino más bien juntarnos a ellos en amor y animar su fe en el Señor.

3) La Prostituta

“Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.”(1 Reyes 3:26).

Una prostituta aplasto accidentalmente a su bebé en la noche y lo mató. Después cambió a los bebés y ambas mujeres se cobraron el bebé. Cuando el rey Salomón pidió una espada para dividir al bebé en medio, la prostituta que mintió estuvo de acuerdo con su decisión. La otra mujer suplicó por su vida. El bebé fue entregado a su verdadera madre. Las acciones de la prostituta y su mentira nos recuerdan que tenemos que luchar con nuestros fracasos en lugar de tratar de transmitir nuestro dolor a los otros.

4) Jezabel

“(A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová; porque Jezabel su mujer lo incitaba.” (1 Reyes 21:25)

El rey israelita Acab eligió a Jezabel como su esposa y ella trajo la adoración de Baal con ella. Como resultado toda la nación se sumió en la idolatría, la brujería y la inmoralidad sexual. Ella asesino a cientos de profetas de Dios y supervisó el asesinato de Nabot. Al final se cumplió la profecía, ella fue arrojada desde el palacio, pisoteada por los caballos, y su cuerpo despedazado por los perros. Las acciones de Jezabel nos recuerdan que Dios no puede ser burlado, los que siembran maldad serán alcanzados un día por el juicio de sus acciones.

5) Atalía

“Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la descendencia real.” (2 Reyes 11:1).

Atalía precedida de matar a todos los miembros de la familia real por lo tanto, sus propios nietos. Era una costumbre de aquellos días matar incluso a los bebés con el fin de que nadie pueda ocupar su lugar. Ella reinó como reina por 7 años antes de que un sacerdote presente a Joas como rey legítimo y heredero del trono. Atalía fue escoltada fuera del templo y muerta al instante. Las acciones de Atalía nos recuerdan que los planes más completos y el mal nunca tendrán éxito sobre el propósito de Diospara su pueblo.

6) Gomer

“Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas.”(Oseas 3:1).

Oseas se casó con Gomer siguiendo la dirección del Señor. Juntos tuvieron tres hijos antes de Gomer dejó Oseas por otro hombre. Dios usó el amor de Oseas por su esposa descarriada como un ejemplo de su amor por la nación de Israel que hizo a un lado la verdad de Dios por los ídolos. Finalmente Oseas compró de nuevo a su propia esposa y ella regresó a su casa. LAS acciones de Gomer nos recuerdan lo mucho que Dios nos ama incluso si hemos retrocedido en nuestro pecado, tenemos que volver a casa para ser restaurados.

7) Safira

“Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.”(Hechos 5:9).

Ananías y Safira vendieron su parcela de tierra, pero querían mantener una parte de las ganancias para sí mismos. No había pecado al hacerlo; Mas, mintieron al Espíritu Santo y a la Iglesia fingiendo que estaban dando todos los ingresos y no sólo una parte. Cuando Safira estuvo de acuerdo con la acción pecaminosa de su marido, fue castigada con su vida tal como Él. Las acciones de Safira nos recuerdan que todos tenemos la responsabilidad individual cuando participamos en los pecados de otros.

Ninguna de nosotras puede condenar a estas malas mujeres de la Biblia, porque todas hemos pecado y cometemos errores. Aunque, podemos aprender de los pecados de estas mujeres, para no repetirlos en nuestras propias vidas. Aquellos a quienes Dios ama, disciplina de acuerdo a su justo juicio. Al tratar con nuestros pecados, Dios muestra su verdadero amor ágape por nosotras, para que podamos vivir libremente en su paz y comunión