Saliendo del servicio, después de escuchar predicar al Pastor, Maria del Pilar se volteó hacia mí y exclamó: “¡¿Qué?!” Ella estaba absolutamente mortificada por el sermón “De ninguna manera, ninguna manera me someteré a mi hombre. ¡No estoy de acuerdo con lo que él dice!”. Esta es una de las mayores luchas que enfrentan muchas de las mujeres cristianas en la actualidad. El concepto de sumisión es un anatema para ellas. Una de mis amigas recientemente me recordó que es su deber no someterse para que ella pueda enseñarle a su marido que está equivocado.
Muchas mujeres fuertes, capaces e inteligentes creen totalmente en el principio bíblico de la sumisión. Se someten a la autoridad dada por Dios sobre ellas, porque realmente creen que es la clave para una verdadera unidad tanto en los hogares como en las iglesias. Sin embargo, en nuestra cultura, la verdad de Dios se ha tergiversado en la mentira de que someterse es debilidad, o que si nos sometemos vamos a ser dominadas, pisoteadas y/o abusadas.
Por desgracia, hay algunos por ahí que, al igual que con todas las cosas buenas de Dios, abusan de lo que Él nos ha dado. Es cierto que se necesita fuerza y humildad para someterse.
Escucha a Cristo, que se humilló y se sometió a la voluntad del Padre, incluso hasta el punto de su propia muerte. Se nos recuerda en Juan 6:38: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Reflexiona sobre las glorias de Filipenses 2 cuando aprendemos que el Dios hecho hombre, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se sometió a la voluntad del Padre. Jesús se sometió y sin embargo nosotras luchamos contra eso. Creemos que nos denigra. ¿Por qué? Sencillamente la sumisión bíblica no se está enseñando (¿quizás por miedo a la cultura dominante?), ni modelada, en muchas de nuestras iglesias.
Considera lo siguiente:
La sumisión no es sometimiento como si uno dominara al otro. No estamos esclavizadas por nuestra sumisión o dominadas por la autoridad que está sobre nosotros. Hombres, ustedes han de guiar como Cristo. En otras palabras, el liderazgo cristiano no debe ser opresivo, tiránico o cruel. Mujeres ustedes han de ser conducidas como Cristo que fue a la cruz voluntariamente.
Echemos un vistazo a Proverbios 31, donde nos encontramos con una mujer inteligente, capaz, trabajadora e impresionante. Conservamos la dignidad y el valor en nuestra sumisión.
Una mujer debe someterse principalmente al Señor. Como miembro de la iglesia al liderazgo. Como mujer a su esposo como cabeza de la familia. Pero la Biblia en ninguna parte sugiere que todos los hombres tienen autoridad sobre todas las mujeres.
La sumisión también es para los hombres. Los hombres tienen la enorme responsabilidad de someterse, en primer lugar, al Señor y, en segundo lugar, a la autoridad que Dios le ha dado a los ancianos.
La sumisión no es obediencia pasiva. No debemos seguir a hombres pecadores que nos inciten a prácticas pecaminosas. No creo que se nos pida obedecer a ciegas, sin usar nuestros cerebros bíblicos. Piensa en Rahab, por ejemplo, que escondió a los espías violando la ley de sus propios ancianos fue, de hecho, sumisión a la voluntad de Dios.
La sumisión no es silenciosa. Podemos tener influencia para bien. Podemos ser escuchadas e influenciar a aquellos en autoridad cuando se hace bien y con respeto. Piensa en Abigail cuando ella desafió a David en 1 Samuel 25. Ella hizo que su voz fuera tomada en cuenta. No es rebelión no estar de acuerdo si se hace bien y con respeto.
Para muchas de nosotras, nuestra falta de sumisión es producto de la falta de confianza. ¿Confiamos en el liderazgo que Dios ha puesto en nuestros hogares (nuestros esposos) e iglesias (nuestros ancianos)? O, ¿somos la mujer de Proverbios 7:11 “… alborotadora y rebelde?” ¿Estamos simplemente dando rienda suelta a la naturaleza orgullosa y rebelde? ¿Es nuestro hogar una constante lucha por el liderazgo, un cuadrilátero de lucha por el poder y lleno de argumentos?
En Proverbios 25:24 leemos que “Mejor es vivir en un rincón del terrado que en una casa con mujer rencillosa”. ¿Por qué muchas de nosotras luchamos con la sumisión? Es una pregunta masiva con una respuesta muy personal. Una pregunta que debe ser respondida ante Dios con honestidad. Si no abordamos la raíz de nuestra lucha con la sumisión, seguirá afectando nuestras relaciones y afectará nuestra relación con el Señor.
Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada (Tito 2: 3-5)
Muchas han sido horrendamente abusadas y dominadas por hombres porque entienden mal su papel. Además de esto, la sumisión bíblica es tan contra-cultural que simplemente va contra la corriente matriarcal. Es por esto que necesitamos desesperadamente mujeres maduras y piadosas para modelar la sumisión de Cristo tanto en el hogar como en la iglesia. También necesitamos a hombres de Dios que modelen un liderazgo bíblico de una manera semejante a Cristo para pintar el hermoso cuadro de la vida ordenado por Dios bajo Su gobierno. La sumisión piadosa puede ser una herramienta muy poderosa en las manos correctas.
Pero todos necesitamos someternos a Dios en primer lugar. Confía y obedece Su dirección y ora por ayuda para ser un ejemplo de Cristo para otros, hombres y mujeres.
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